“Colombia necesita la participación de todos para abrirse en el futuro de la esperanza”
El Sumo Pontífice entregó un saludo de paz y de reconciliación para los colombianos
07 de septiembre de 2017Contenido
La reconciliación y la paz fueron los temas centrales del discurso del Papa Francisco I durante su visita a Bogotá. “En el último año ciertamente se ha avanzado de forma particular. Los pasos dados hacen crecer la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos; trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por conseguir la unidad de la Nación”.
“Cuanto más difícil el camino que conduce a la paz y el entendimiento, más empeño tenemos que poner en sanar las heridas, estrechar lazos y ayudarnos mutuamente”, agregó el Sumo Pontífice.
Además, dio consejos sobre la nueva etapa que vive el país: “el lema de este país dice libertad y orden, en estas dos palabras se cierra toda una enseñanza. No es la ley del más fuerte sino la fuerza de la ley la que es aprobada por todos y que rige la convivencia pacífica. Se necesitan leyes justas que ayuden a superar los conflictos, leyes que no nacen de la exigencia pragmática sino del deseo de resolver las fallas estructurales que generan exclusión y pobreza”.
Uno de los temas centrales fue la construcción de una nueva etapa del país con la participación de toda la sociedad colombiana. Sobre este señaló que “todos son necesarios para formar la sociedad, esta no se hace con algunos de pura sangre, sino con todos (..) como esto chiscos, que con su espontaneidad quisieron hacer de este protocolo más humano, todos somos importantes (…) En la diversidad está la riqueza”. Y concluyó que Colombia necesita la participación de todos para brirse en el futuro de la esperanza.
Adicionalmente, destacó que “la iglesia está comprometida con la paz, la justicia y el bien de todos; los principios evangélicos pueden aportar mucho al crecimiento del país. Les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren, mírenlos a los ojos y déjense interrogar por sus rostros de dolor y sus manos suplicantes. En ellos se aprenden lecciones de vida, de humanidad”.