El impulso que requiere la innovación
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Sin duda alguna Medellín ha avanzado de manera sustancial en la creación de una cultura favorable a la innovación. En la ciudad se respira un ambiente en el que se ha vuelto común pasar del descontento a las propuestas de cambio, en el que los jóvenes conciben el emprendimiento innovador como una posibilidad de desarrollo profesional tan legítima como la vinculación a empresas de varias décadas de creación y en la que la universidad, la empresa y el Estado han pasado de las mutuas recriminaciones al establecimiento de agendas de proyectos colectivos. Estos avances; sin embargo, no pueden permitirnos desconocer que aún estamos bastante lejos de los niveles que se han alcanzado en otras latitudes. En ese sentido hoy se hacen evidentes dos grandes desafíos para la ciudad: aumentar los volúmenes de inversión privada y sofisticar la demanda.
En primer término, si bien es un hecho que el sector público debe aportar recursos importantes para promover la dinámica innovadora, lo es más que las empresas privadas deben destinar dinero fresco a sus actividades de I+D+i.
En el caso de Medellín los aportes de los gobiernos locales, así como del gobierno nacional y las universidades, han sido fundamentales para la creación de la institucionalidad que hoy da soporte a los procesos de innovación. Sin embargo, es frecuente escuchar a los empresarios decir que a ellos no les compete sumar recursos a estas iniciativas y que los fondos que destinarán a sus proyectos de innovación estarán directamente relacionados con los montos a obtener vía exenciones tributarias o convocatorias.
Esta lógica atenta contra la premisa fundamental de la innovación. En sentido esta debe considerarse como una inversión destinada a dar frutos en el tiempo al fortalecer los ingresos u optimizar la estructura de costos de la empresa. Es por eso que el presupuesto destinado a procesos de innovación debe ser un rubro a ser definido en función del tipo de proyectos a ejecutar y la forma en que se capitalizarán sus resultados y no dependiente de la existencia de fondos públicos complementarios.
En cuanto a la sofisticación de la demanda, este es un asunto que ha sido vital en la evolución de los ecosistemas innovadores en otros países del mundo. En la medida que los clientes localizados en la ciudad de Medellín aumenten de manera permanente sus niveles de exigencia frente a las ofertas de las compañías, estas tendrán un incentivo para embarcarse en nuevas dinámicas innovadoras.
Un ejemplo a imitar es la transformación gastronómica de la ciudad. El aumento constante de las expectativas ha incentivado a los dueños de restaurantes a aumentar la inversión, vincular personas mejor formadas y variar la carta. Todo ello ha mejorado la oferta gastronómica local.
Hoy se requiere este cambio de manera generalizada en otros sectores. De esta manera el innovar se tornará en un imperativo para la supervivencia y crecimiento de los negocios, se aumentarán los presupuestos para estos procesos y se podrá aprovechar al máximo las capacidades de las instituciones locales de apoyo a la innovación gestadas años atrás por las universidades y otros actores públicos que han apostado por esta ruta de desarrollo económico y social.