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¿Neil Armstrong fue el primero en visitar la luna?

24 de mayo de 2013

Andrés Hoyos

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La misión de la Secretaria de Movilidad de Bogotá indica literalmente que: “deberá orientar y formular las políticas del sector acordes con las necesidades de desplazamiento de las y los ciudadanos. Políticas que aseguren óptimas condiciones de accesibilidad y conectividad, prioricen modos ambientalmente sostenibles, aporten al incremento de la calidad de vida mediante un sistema integrado de transporte masivo, intermodal con alcance e impacto regional que contribuya a la promoción de la equidad y contenga la segregación”.

Mientras el Apolo 11 llegaba a la luna el 21 de julio de 1969 a descubrir un territorio oscuro, agreste y enigmático, en Bogotá, el Alcalde de momento, Virgilio Barco Vargas iniciaba pliegos para estudios de movilidad y conectividad en ese mismo astro, que aunque un poco más agreste por los vestigios de “trifulcas” entre Liberales y Conservadores, contaba con la suprema inteligencia de unos pequeños hombrecillos que iban desarrollándose bajo la sombra de un abuelo prócer y golpista especializado en obras de infraestructura.

¿Quién lo iba a creer? Los ojos del mundo entero en un tubo metálico a propulsión, saliendo de la órbita terrestre a varios miles de kilómetros por hora, cuando acá en la propia luna ya habían desaparecido a Gaitán, ya habían dado el primer y único golpe de estado a Colombia y ya tenían cerca de 8 años algunos hombrecillos lunáticos cuya cabeza canosa y encarcelada sale a veces de su madriguera para comerse uno que otro postrecito de cumpleaños.

En ese mismo instante y mientras Armstrong daba un paso gigante para la humanidad, en los montes se empezaba a preparar el arribo de otro pequeñuelo que con rifle al hombro e ideas extrañas, confusas e incompletas, años más tarde llegaría a ser el capitán de esta luna, la que cráter a cráter ha ido moldeando su aspecto grisáceo, frío y estancado, en una luna con aspecto MÁS grisáceo, MÁS frío y MÁS estancado.

Bogotá, la “Atenas suramericana”, “la Puerta del continente del sur”, la que inmigrantes y provincianos como yo queremos, defendemos y buscamos, no ha podido ser destruida aún por estos hombrecillos que, encarcelados, enloquecidos y manipulados, aún gobiernan por redes sociales, se quedan con el dinero de los anticipos de las obras e improvisan sobre la marcha para seguir pagando estudios costosísimos de obras que “sin duda, harán una Bogotá más humana”.

Hay que ver cómo nuestras naves espaciales se vuelven cuando nos topamos con un cráter que no conocemos, cuando nos demoramos cerca de una hora y media a la máxima velocidad de los 5 kilómetros por hora para llegar a nuestro trabajo. Amigo lector, sí, Bogotá es la luna! Bogotá es el único sitio en el universo dónde la mayoría de los lunáticos siguen votando por los mismos extraterrestres, donde la autoridad sólo se ve en la calle a la hora del “pico y placa” y donde en las horas de fluidez vehicular se puede andar a 10 kilómetros por hora.

A mí me duele Bogotá y sufro día a día viendo a estos pequeños hombrecillos como destruyen sin piedad una tierra que nos ha dado oportunidades, amigos y familia. Como desearía que aquel cohete espacial del 21 de julio hubiera tenido otra ruta más cálida, ardiente y soleada; como desearía que aquel tubo metálico se hubiera llevado a estas personas que han jugado con el prestigio, la casta y la nobleza de su gente y así como ellos han hecho con nosotros, estuviéramos realizando diferentes estudios para evaluar si los traemos de vuelta. Bogotá…Bogotá no tiene mar, Bogotá no tiene mar pero tiene un amigo tuitero que seguro ya gobernó el día de hoy.

Andrés Hoyos

consultor