Opinión

Un llamado a la solidaridad

25 de marzo de 2015
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Un hueco fiscal de $14,5 billones para este año, es un golpe demasiado fuerte para el erario público en esta vigencia. Desde la perspectiva empresarial, una diminución de 96% en la inversión en exploración, implica una parálisis en la búsqueda de un futuro para la industria petrolera. Sin nuevos hallazgos y con los campos maduros y muchos en proceso de agotamiento, el futuro de esta industria estaría seriamente comprometido.

La ACP estima que se requiere perforar 230 pozos al año y durante el presente año hemos perforado tan solo 6. La inversión extranjera directa se estima que descienda en un monto de US$1.520 millones para 2015.  Se requiere entonces con urgencia, tomar medidas para atraer inversión y no generar la parálisis de este sector tan estratégico para el país. 

En estos días se ha venido comentando por los analistas, sobre la falta de conocimiento que tenía la opinión pública respecto del nivel de dependencia económica que tenemos, hoy en día, de las industrias extractivas: minas y petróleos. 

Igualmente, si a pesar de la  alegada diversificación de la economía, habría cómo reemplazar, al menos parcialmente, y en una suma apreciable, la pérdida de estos ingresos. Al parecer las opiniones expertas creen que no será tan fácil y que seguimos pensando que porque la cifra de crecimiento de la economía del año anterior fue de 4,6%, vamos por buen camino, lo que ha hecho que la reacción frente a esta crisis, no tenga la dinámica requerida.

Siendo así que ser pesimista no sirve, y que es necesario hacer propuestas, considero que además de lo pedido por los gremios mineros y petroleros, vale la pena sumarse a la voz del Ministro de Minas y Energía, Tomás González, haciendo un llamado a la solidaridad. 

Esa solidaridad en mi opinión debe ser de la Nación y de las regiones, de las autoridades y de las comunidades, para rodear las industrias extractivas, evitar los bloqueos, las protestas, las medidas administrativas y judiciales, que tengan visiones restrictivas de las actividades, es decir, permitir que las operaciones puedan continuar y las industrias extractivas logren superar la crisis. 

Se requiere además una gestión agresiva para evitar que los recursos escasos de inversión, se vayan a otros países donde las condiciones les favorezcan más. Hemos sido eficientes en los años anteriores en atraer esa inversión, hoy el reto es mantenerla y que no se vaya por razones de entorno. De no ser así, nos debemos preparar para afrontar con impuestos el cubrimiento del hueco fiscal y  para sumar a los expendios, la compra en el exterior de gasolina y de materias primas para las industrias transformadoras de minerales, con un dólar cercano a los $2.700. 

Por lo anterior, hay que parar  los diagnósticos. Hoy el panorama es claro, y es el momento de actuar. Actuar para recuperar los ingresos, los salarios y la prosperidad de las regiones. Estas industrias han aportado al país para su transformación, en lo social y en lo económico y es el momento de pedir a todos los beneficiados con esto, algo de reciprocidad, para continuar trabajando en beneficio de todos.