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Álvaro Parra

En la antesala de sus elecciones presidenciales, 9 oficiales y 5 ejecutivos corporativos de la Fifa fueron arrestados como fruto de la investigación liderada por la Fiscal General de los Estados Unidos, Loretta Lynch. Pese a lo anterior, dos días después de los arrestos Sepp Blatter, el presidente de la Fifa fue reelegido. Al tomar el trono Blatter, entre los aplausos de los presidentes de las 133 federaciones que lo eligieron, hizo un llamado a la unidad y a continuar con los Mundiales de 2018 y 2022. Ambos, a la fecha, siguen en pie. Blatter abdicó pocos días después, pero fue elegido aún bajo la lupa de la justicia de los Estados Unidos, lo que genera algunas dudas sobre el alcance de la autonomía de la Fifa.

Según sus estatutos, la Fifa es una asociación sin ánimo de lucro incorporada y registrada en Suiza, no obstante su operación excede la de un ente social común. En especial considerando que la Fifa agrupa a las federaciones de fútbol de 209 países, y gran parte del éxito de su gestión proviene de la capacidad de efectivamente controlar el fútbol.

El modelo normativo actual de la Fifa permite esto, en cuanto impone sus reglas uniformes a todas las federaciones y cuenta con los mecanismos para garantizar el cumplimiento de estas normas.

Para formar parte de la Fifa, las asociaciones deben cumplir con ciertos requisitos de admisión. Entre estos, se incluye la obligación de armonizar los estatutos de cada federación de fútbol con los que impone la Fifa. Esto le permite regular el fútbol con una normatividad prácticamente uniforme en todos los países asociados. Esto incluye temas de competitividad, derechos televisivos, arbitraje, doping y sanciones, entre otros, es decir todo lo relacionado con el balompié.

Incluso en algunos casos la Fifa ha ejercido presión para que se modifiquen leyes a su arbitrio. Un ejemplo reciente se dio en Brasil, que debió legalizar el consumo de cerveza en sus estadios para acomodarse a las exigencias de la Fifa y su patrocinador Budwiser.

Adicional a tener control sobre la normatividad del fútbol, la Fifa cuenta con mecanismos burocráticos para asegurar el cumplimiento de sus normas. Tanto el Congreso de la Fifa como su Consejo Ejecutivo pueden imponer sanciones por incumplimiento a las obligaciones y lineamientos de la Fifa. Estas sanciones incluyen multas económicas, así como suspensiones deportivas e incluso la expulsión de la Fifa.

A los miembros aspirantes también se les exige reconocer la jurisdicción del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD). Así, el TAD conoce de las disputas de los miembros, violaciones a los estatutos y apelaciones ante las decisiones de la Fifa. La remisión al TAD no impide a las cortes estatales pronunciarse sobre temas relacionados con el fútbol, sin embargo, el miembro de la Fifa que acuda a su jurisdicción local lo hace bajo riesgo de expulsión. Un riesgo alto, considerando que esto implica ser desterrado del fútbol y que cualquier asociación que se relacione con otra excluida la seguiría en su suerte.

Todo lo anterior crea una dinámica normativa con un alto componente coactivo que permite a la Fifa ejercer control efectivo sobre el fútbol en un plano transnacional. Su naturaleza privada, junto con su entramado burocrático complejo han permitido a la Fifa operar muchas veces de forma paralela a las jurisdicciones nacionales, e incluso en algunos casos por fuera de la ley. Sin embargo, la embestida de Loretta Lynch ya ha provocado, por ejemplo, que Paraguay despoje a la Conmebol de su ahora antigua inmunidad parlamentaria. Al final, resulta imposible prever todas las ramificaciones de este sórdido episodio, pero sí parece ineludible es que en el desenlace se verá en realidad qué tan autónoma es la Fifa.