Carreras callejeras
15 de junio de 2015Contenido
Ahora varias marcas, formatos y recorridos han hecho que las carreras populares hayan irrumpido con fuerza en las estrechas y semidestrozadas calles bogotanas. Esta tendencia no es única de la Capital, son muchas las bien organizadas en Medellín, Cali, Manizales y otras ciudades y a nivel internacional es aún mayor la cantidad y afluencia de deportistas a este tipo de eventos.
En Bogotá, por una disposición odiosa de la alcaldía que se inventó un cobro por el uso de la vía, algunas carreras han desaparecido y otras están dejando de ser populares ávida cuenta del elevado valor de las inscripciones, necesario para pagar el caprichoso tributo.
En las últimas cuatro competencias de la capital, desafortunadamente ha fallecido, al menos un participante, hecho que trae algunas reflexiones de orden jurídico. Es claro que correr más de cinco kilómetros sin entrenamiento previo es una actividad altamente irresponsable y peligrosa, difícilmente un organizador puede saber las condiciones físicas y de salud de más de 10.000 personas y este solo hecho podría resultar exoneratorio de responsabilidad del organizador, ahora bien, la entidad que organiza la carrera, que cobra una inscripción cada vez más costosa y que exige que cada uno de los participantes use una camiseta con publicidad asume una serie de obligaciones y responsabilidades difícilmente eludibles.
Las más evidentes tienen que ver con organización y logística de la carrera, cierre de vías, baños, servicio de consignación de bolsas de corredores, cronometro, adecuación de salida y llegada y limpieza final.
La organización de una carrera, para evitar demandas y reclamaciones de un participante afectado, debe minimizar de la mejor forma posible los riesgos de accidente y controlar de manera rigurosa la mayor cantidad de eventos que resulten en un daño en uno de sus participantes.
De esta forma deberá tener estaciones de primeros auxilios completas que permitan hacer las maniobras necesarias en caso de incidentes cardiovasculares, caídas, deshidratación y en general las eventualidades propias de una carrera de este tipo; mayor cuidado deben tener los organizadores de carreras en Bogotá pues los deportistas tenemos que lidiar con las semidestruidas calles que kilómetro a kilómetro aumentan el riesgo de caídas y fracturas.
La hidratación también debe ser conveniente en cuanto a la abundancia, distancia y variedad de bebidas (agua e hidratante) en cada estación para evitar, igualmente, accidentes que puedan ser imputados a la organización.
Siempre al inicio de la competencia se hace firmar a los participantes un documento que exonera a la organización de prácticamente cualquier accidente ocurrido en la carrera y que indica además que el participante renuncia a elevar cualquier reclamación por este hecho.
Este documento carece de toda validez si la organización no ha tomado las medidas suficientes para minimizar de manera considerable los riesgos controlables. Finalmente y para mayor cobertura de los organizadores, se deberán constituir pólizas de seguros que cubran estas eventualidades.
Una felicitación final para la selección femenina de rugby, deporte exótico en Colombia que clasificó de manera invicta a los juegos olímpicos de Río de Janeiro y que reafirma la idea de que no todo es fútbol.