Opinión

Deporte verde

21 de mayo de 2016

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

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En Colombia desde hace unas pocas semanas el debate está centrado sobre las bolsas plásticas, su uso, precio y coste ambiental; ya hay conciencia sobre la importancia del tema y lugares para reciclar elementos como baterías, celulares, computadores, y aceite, que polucionan de manera importante y son elementos de uso diario.

En el deporte de alto rendimiento la tecnología alcanza cotas muy altas en cuanto a materiales y equipos. Las camisetas de fútbol, por ejemplo, distan mucho de aquellas pesadas de algodón que se mojaban, se desteñían y se deformaban, hoy estas prendas “respiran” se secan de manera prácticamente inmediata y conservan la temperatura adecuada de quienes la usan, de igual forma guayos, balones y canilleras son de materiales de última tecnología que proporcionan seguridad y comodidad. 

Ahora bien, sin tener el más mínimo conocimiento sobre el tema, estos materiales, supongo, tienen una degradación lenta o prácticamente nula. Los guayos actuales son de plástico de alta resistencia por lo que dudo que una vez desechados sigan un proceso de biodegradación. ¿Habrá en algún lugar de desecho de balones, canilleras, tubulares de bicicleta, cascos etc.?

Adicionalmente, los grandes eventos, con millares de espectadores, organizadores y participantes, acompañados de consumo de bebidas, comidas y mercancía de toda clase implica un reto ecológico importante que debe ser analizado por los organizadores de manera cuidadosa. Ayer se celebró en las calles de Bogotá una carrera de 15 kilómetros que apoya esta afirmación. Dentro de la organización y logística, los puntos de hidratación son un elemento primordial para el bienestar de los corredores; en Colombia se manejan bolsas de plástico que por características son fáciles de manejar tanto para los organizadores como para los corredores pero terriblemente polucionantes, las grandes carreras manejan vasos de cartón mucho más amigables, igualmente los puntos de guardarropas utilizan bolsas de plástico no reutilizables, el final de las carreras es un doloroso basurero.

He leído que los triatletas de río van a tener que competir en aguas contaminadas que sin lugar a dudas pondrán en grave peligro su integridad física, hecho poco destacado por la prensa pero de terribles consecuencias. 

Desde hace ya algún tiempo las autoridades olímpicas se han preocupado por esta situación, en 1994, los Juegos Olímpicos de Invierno en Lillehammer manejó por primera vez estándares de seguridad ambiental, que fueron incorporadas a la selección de sedes olímpicas y grandes eventos deportivos.

El deporte, nuevamente, debe ser un abanderado en estos temas, por seguridad de sus deportistas, de sus espectadores y como un acto de responsabilidad con el planeta; resulta absurdo pensar en competir en una actividad que dentro de sus principales objetivos es mejorar la salud que esta misma actividad contamine, ensucie o dañe el entorno. Los deportistas igualmente deben encabezar, como formadores de opinión y modelos de los mas jóvenes, hábitos de salud no solo a nivel personal sino con la naturaleza y el entorno. El deporte del siglo XXI debe ser ante todo un medio de mejorar la salud de quienes lo practican y del planeta donde se practica.