Fútbol Profesional Colombiano

Llinás y Giraldo

04 de julio de 2023

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

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Salvo una o dos veces, siempre he escrito sobre temas jurídicos. Hoy haré una excepción pues Millonarios, mi equipo, quedó campeón en el torneo colombiano y quiero reconocer a dos jugadores que la final les entregó una adicional satisfacción personal.

Andrés Llinás tenía todo para ser un estudiante de las universidades importantes de Bogotá, estudió en un buen colegio, no tenía ni pinta ni apellidos de futbolista y jugaba por el gusto de patear una pelota. Esas características hacen que sea indeseado en los campos de entrenamiento del fútbol colombiano; “no tiene hambre” dicen unos, no necesita jugar para vivir dicen otros. Todavía me acuerdo de una historia contada por Carlos Fernando González Puche donde decía que el comité de recepción en sus inicios fue el gran Willington Ortiz que le pegó varias patadas para indicarle que había un primo que necesitaba jugar precisamente en el puesto de Puche y que él podía dedicarse a estudiar. Lo mismo decía Lucas Jaramillo que también jugó fútbol profesional a pesar de su alto nivel socioeconómico.

Las pocas veces que fui a entrenamiento de juveniles en Bogotá siempre me dijeron que el rubito que jugaba de central nunca iba a ser profesional; papá conocido, colegio y carro hacían imposible para cualquier veedor de la vieja guardia pensar que tal persona tenía características para ser un buen jugador. Le falta hambre, decían. Pues bien, Andrés Llinás rompió esas barreras, supongo que no debió ser fácil, el fútbol juvenil es dificilísimo y seguramente para el “mono” debió ser más. Adicionalmente le tocó transitar por equipos de la primera B, fuera de Bogotá para tratar de ganar los minutos que un equipo como Millonarios no podía ofrecerle. Finalmente, es el único jugador, creo, que celebró y salió en la foto de la estrella de la semana pasada y la del 2012, aquella vez como recogebolas de Millonarios.

El segundo jugador que me parece que merece un reconocimiento adicional es Daniel Giraldo, que participó en seis finales con sus anteriores equipos y desafortunadamente para él en ninguna de las seis pudo dar la vuelta olímpica. Equipos como Pasto, Cali y Santa Fe tuvieron el gusto de verlo jugar pero no quedaron campeones a pesar de jugar con esos equipos muy bien y llegar a las finales. Es el triunfo de la persistencia, ganar en cualquier deporte es muy difícil, pero no hacerlo en 6 finales tampoco es lo normal. Algo jurídico debe tener esta columna y me detengo a comentar una acción iniciada, precisamente por Giraldo en la que manda a un recogebolas a quitarle una toalla al arquero de Nacional que tenía las indicaciones donde podrían cobrar los jugadores de Millonarios. No veo ninguna falta al reglamento ni ninguna acción punible por parte de tal acción. Mucho se ha escrito sobre la definición por penales y cualquier situación que haga perder algo de concentración al cobrador o al arquero es bienvenida. En esto es experto el arquero argentino Damián Emiliano Martínez, el “Dibu” que desde ya hace tiempo intimida a los cobradores a tal punto que FIFA y la International Board, entidad encargada de modificar el reglamento del fútbol, ha limitado mucho las actuaciones como la del Dibu.

El fútbol es un deporte de equipo en el que siempre estarán presentes situaciones individuales, algunas mejoran el rendimiento del equipo, otras simplemente son el reflejo de lo que cada jugador trae o ha vivido. Llinás y Giraldo son dos ejemplos de trabajo, dedicación y empeño por lograr una meta.