Dejen vivir a noviembre
24 de octubre de 2015Contenido
Noviembre se ha convertido en un mes “comodín” en el que la productividad de los negocios tiende a decaer debido al incremento de efusividad y planes individuales de los trabajadores por destrozar su prima al calor de los engordadores buñuelos que aún no deberían comerse.
La onda fit que tienen todo el año tiende a desaparecer con los ‘pecaditos’ que el organismo enfiestado empezó a recibir desde ayer cuando ganó el candidato de su preferencia.
Y es que no es raro ver en enero las cabezas agachadas de quienes irresponsablemente se gastaron la prima antes de recibirla, quejándose del incremento de la canasta familiar y los servicios públicos.
Inclusive diciembre se ha convertido injustamente en una víctima de bullying permanente cuando las personas lo culpan de los excesos, desconociendo que ya eran gordos desde agosto.
La cadena pareciera no tener fin, desde hoy, ya con las nuevas monedas de la Madre Laura empieza el mismo Gobierno a tejer rumores sobre el incremento del mínimo salarial para el próximo año, aprovechando la efusividad de la audiencia para socializar ‘micos’ que no serán muy cuestionados porque al parecer en noviembre ya la opinión pública arrancó la fiesta.
Hoy por ejemplo, 26 de octubre, luego de las campañas electorales, día inaugural del ‘baile de los que sobran’, y antes de limpiar nuevamente la sonriente contaminación visual que padecemos hace tres meses, algunos candidatos no electos empezarán a cambiar sus discursos para realizar una conveniente coalición con los nuevos gobiernos, la opinión pública estará pensando en las bolas del árbol navideño y en enero por arte de magia verán en alguna cartera gubernamental a quien antes fuera un opositor radical.
Noviembre, apreciados lectores, es un mes valiosísimo para cualquier gestión empresarial, para la vida misma y sobre todo para generar conciencia de las coyunturas actuales que podemos padecer. Hay nuevos gobiernos locales, hay que ejercer un seguimiento responsable a ellos. Hay que incrementar la productividad laboral para generar dinamismo empresarial; hay que ahorrar; hay que leer y sobretodo hay que actuar. Actuar rápidamente en pro, por ejemplo, del evidente deterioro medioambiental al que nos vamos a enfrentar en los próximos cuatro meses.
La vida es un respiro impulsado por la planeación de un sinnúmero de eventos, el individuo tiene plena libertad para desarrollarse y expresar esa libertad misma a su antojo, pero cuando involucra una colectividad como por ejemplo el necesario cuidado de los recursos hídricos, es necesario generar una conciencia colectiva pensada en el futuro.
Desde estas líneas invito a los lectores a que con conciencia, aplomo y responsabilidad, dejen que noviembre sea un mes más para trabajar, proyectar y dirigir un futuro mejor para nuestros hijos.
Aún no es tiempo de encender las luces navideñas, por fantásticas que sean.