Salud pública en un gobierno Maduro

Andrés F. Hoyos E.

Cientos de denuncias en medios de comunicación, decenas de víctimas reportadas en los dos últimos años, testimonios desgarradores como los de Luis Alberto Mayorga, ingeniero de sistemas, padre de dos hijos, que tuvo contacto con la fibra por el trabajo que tenía su padre, (ambos muertos por mesotelioma); Ana Cecilia Niño, periodista que tuvo que ser intervenida en uno de sus pulmones a causa del tumor que obtuvo por vivir cerca de una fábrica donde producen con este mineral; Alcira Forero, asistente administrativa de un taller de autopartes que aspiró, sin saber, asbesto por los residuos que dejaban en su escritorio las modificaciones que les hacían a las pastillas para frenos y que tiene un mesotelioma maligno por el cual su ARP no responde; Gabriel Nivia, fallecido hace 1 mes a causa de un mesotelioma; y otros colombianos, no han sido suficientes para llamar la atención de un Gobierno que parece patrocinar el “uso seguro” de esta fibra, culpable de 110.000 muertes anuales en el mundo.

La política de salud pública nacional, diseñada al parecer para que miles de usuarios mueran en las filas de las clínicas por no tener su EPS al día, tampoco deja ayudarse, no oye razones y es impermeable a la hora de atender alertas tan importantes como las de la Organización Mundial de la Salud, La Organización Internacional del Trabajo, líderes de opinión y técnicos en materias de salud pública, médicos reconocidos de las principales universidades y centros de salud del mundo; y se ampara en un eterno juego de ping pong malintencionado en donde se tiran la responsabilidad los unos a los otros sin asumir una posición decente y firme a la hora de defender potencialmente a trabajadores y consumidores desprevenidos que sin saberlo conviven con esta fibra mortal, que aspiran ellos, sus familias y hasta sus hijos. 

Más allá de entrar a darle cabida a las críticas de “venezolanizar” nuestro Estado, parece que el Gobierno sí es bastante Maduro, (el de Nicolás) en términos de salud pública y se está dejando meter un golazo de los amigos del asbesto, los cuales adelantando campañas mentirosas que confunden a la opinión pública y a las mismas víctimas, hacen ver que el tipo de asbesto que ellos usan, “crisotilo”, no tiene las propiedades cancerígenas que ha reportado el mundo entero, en donde TODOS los tipos de asbesto, incluido éste, se encuentran prohibidos para la extracción, manipulación, producción y venta.

La doble moral de quienes aún trabajan con asbesto, llámese crisotilo, amosita, crocidolita, tremolita, antofilita o actinolita, está llegando al punto del descaro de sentarse en la mesa con el Gobierno Nacional a través de la Comisión del Asbesto en el Ministerio de Trabajo a ver de qué forma se impulsa el “uso seguro” de esta fibra, omitiendo de forma arbitraria, descarada e irresponsable que en más de 56 países del mundo, (30 de los 33 pertenecientes a la Ocde), líderes en tecnología de punta y sistemas de salud pública de excelencia, prohibieron el asbesto en cualquiera de sus formas, por considerarlo nocivo y carcinogénico. ¿Será que Colombia y los colombianos, somos los únicos humanos que tenemos inmunidad para no ser víctimas de esta fibra mortal? 

Al parecer, no. Ya son más de 36 víctimas nacionales comprobadas que han iniciado diferentes acciones para encontrar una pronta solución a esta problemática, la cual, amparada por Organismos Internacionales, soportes científicos del primer orden, pruebas aportadas a los distintos procesos y llamados de atención al Gobierno Nacional; esperan que alguna autoridad valiente, desligada de cualquier tipo de interés comercial adopte una solución a favor de la vida y el medio ambiente, en un país que tristemente por situaciones como ésta, se ha convertido en cómplice directo de estas malas prácticas.   

Cabe anotar que Medellín, es la única ciudad en el país que públicamente se ha comprometido a tener productos libres de asbesto. Esperamos que otras ciudades repliquen este llamado, que los consumidores se informen sobre la peligrosidad del asbesto en cualquiera de sus formas, y que el Gobierno Nacional le pague a alguien, que no tiene que ser de mucha escolaridad, para que prenda un computador y busque en internet la palabra: “Asbesto”. Sin duda se llevará grandes sorpresas al ver la potencialidad mortal de este mineral obsoleto