Análisis

Un asalto despiadado llamado servicio

04 de mayo de 2018

Andrés Felipe Hoyos

Analista y periodista
Canal de noticias de Asuntos Legales

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Las grandes series de desfalcos y atracos millonarios que vemos en las principales plataformas de streaming parecen ser una especie de piropo a la hora de confrontarlas con los avergonzantes casos de abuso de algunas prestadoras de servicio en Colombia. Desde la salud, pasando por los servicios públicos básicos, elementos tecnológicos y la educación misma, los colombianos tenemos que padecer de forma descarada, todo tipo de abusos sin fundamento, que en conclusión, radican en estrategias sin tacto, con el fin único de captar más dinero.

Uno de los casos más descarados, es el de la temida llamada coactiva para el análisis preventivo de gas natural en las viviendas. En Bogotá por ejemplo, la empresa de gas se las ingenian para cobrarle de forma obligatoria al usuario un servicio adicional de prevención que ellos mismos tienen que proveer desde el momento de instalación del recurso.
Cada cita domiciliaria preventiva y que cuesta algo más de $40.000 al parecer no es suficiente para estos prestadores de servicios, que sin disimulo alguno parecen buscar la forma de tener que reagendar por algún motivo, nuevas citas que con taximetro a full, también serán cobradas por el mismo valor y sin importar la excusa.

Ya sea porque el usuario no está en la vivienda, desconozca el lugar de las válvulas de insumo general del gas, no haya agendado una cita antes de la fecha que la empresa defina, o mil razones más que no tienen que ver siquiera con la función técnica del servicio, esta empresa ya está encontrando formas de generar nuevas visitas con costo, que finalmente otorgan un certificado de funcionamiento, de un servicio que repito, ellos mismos deberían asumir porque son quienes lo suministran. Es algo así como si usted tomara un taxi y además de pagar por la carrera, también tuviera que tanquear el carro, cambiarle el aceite, pagarle la prepagada al conductor y comprarle un regalo a la esposa de él, eso sí, a las malas.

La salud por ejemplo, es otro caso escalofriante de despropósitos en términos de costo y beneficio. Los usuarios que logran no morir haciendo fila para una cita, tienen que padecer todo tipo de arbitrariedades con sus servicios. Los altos costos de las medicinas en Colombia, sumados al perverso sistema de salud que pone en standby a todo el mundo a pasar más tiempo entre los cubículos logísticos y de requerimientos que en la misma camilla, revive un urgente debate y soluciones sobre la dignidad del paciente sin importar a qué segmento económico o plan de salud pertenezca. No puede ser posible que un paciente en la periferia o en las ciudades principales de Colombia muera por falta de atención o insumos médicos mientras hace una fila para la aprobación de un examen.

Los casos de tecnología también están por inventarse. Falta con salir a media hora de una ciudad principal para dejar de tener datos móviles en un celular; incluso, en las mismas ciudades principales hay zonas donde “no entra señal” y ya casi lo decimos como si fuera culpa de la zona y no del prestador del servicio que por lo general se vende como “el de mejor cobertura con los mejores planes”.

Estas son algunas de las genialidades que tenemos que padecer los usuarios en el país del aguante, y por más que existan entidades que se dan la pela por los usuarios, estatutos que los defiendan, normatividades que condenen el abuso y la indebida prestación de los servicios, algunos pretenden andar como rueda suelta sin importarles las denuncias, la ley y los reclamos justificados. Ojalá el nuevo Gobierno nacional de verdad haga algo efectivo en estos temas recurrentes y desgastantes para los usuarios, no sólo por el abuso sino por el descaro de quienes se pasan por la faja las normas y el deber ser de un buen servicio.