¿Y la regulación a las aerolíneas? Por las nubes
09 de octubre de 2017Contenido
Los últimos 20 días hemos sido testigos presenciales de la perfecta omisión estatal a la hora de resolver con agilidad las urgencias que golpean a los consumidores en algunos vacíos inexplicables o “micos” que tiene la ley nacional, en donde la verdadera autoridad, la SIC, no puede actuar porque no tiene los suficientes “dientes” normativos. Tristemente estos atropellos se vuelven visibles solo cuando centenas de miles de pasajeros con diferentes necesidades y contextos, sufren las inclemencias de la “comodidad” de nuestros aeropuertos al son que las aerolíneas les apetezca bailar.
La Superintendencia de Industria y Comercio desde hace unos ocho años ha adoptado un papel fundamental, enérgico y decente frente a la defensa de los consumidores en el país. Impulsando la ley 1480 de 2011, “el nuevo estatuto del consumidor”, promoviendo campañas a favor de la socialización de los derechos y deberes de los ciudadanos de cara al comercio y fomentando alianzas internacionales y de cooperación para replicar iniciativas de países del primer mundo; los consumidores nos hemos sentido respaldados y cada vez más informados a la hora de enfrentar ciertos atropellos a los que nos vemos expuestos a diario. Tristemente en Colombia y como ha sido costumbre, “faltó el centavo para el peso” a la hora de darle alcance completo a la SIC para defender quizá la mayor fuente de violación de los derechos a los usuarios: los vergonzosos estándares de información de las aerolíneas de Colombia, las cuales solo parecieran temerle al tono de los que “votan verracos” para atender algún requerimiento a las malas.
Por cosas de nuestra idiosincrasia y los goles que nos mete nuestra justicia, La Aeronáutica Civil, que no tiene una posición clara entre el control ordinario de las aerolíneas y la defensa de los derechos de los usuarios, es la encargada de regular el bienestar entre empresas prestadoras del servicio y su comercio, imposibilitándola con rigor a que cumpla un papel en el que pueda actuar sin ser juez y parte.
Sin importar situaciones particulares, estar acompañados por niños o ancianos, pérdidas de conexiones, realidades trágicas e infinidad de contextos propios de cada consumidor, se ha convertido en un verdadero martirio el hecho de lograr “clasificar” a un itinerario puntual en donde la información inexacta o mentirosa no sea la protagonista de cada historia de vuelo, donde “el clima”, siempre termina siendo el culpable de los atropellos.
Sin excepción, las aerolíneas, ya sea por paro de sus pilotos, cambios de itinerarios y cancelaciones después de dejar a sus usuarios más de 12 horas en un aeropuerto, pérdidas y malos tratos de equipajes, informaciones inexactas de los estados de los vuelos, y un sinnúmero de arbitrariedades; se sienten con la tranquilidad de sobrepasar las normas en la defensa del consumidor, aduciendo excusas infames que no son coherentes con la realidad que percibe cada viajero. La competencia comercial parecería no importarles a estos campeones, los cuales en vez de aprovechar el “bajonazo” por paro de su principal competente y dedicarse a afianzar nuevos clientes, los despachan con las caras macabras e inquisidoras de algunos de sus funcionarios tercerizados, que la única explicación que se esmeran por dar es: “no puedo hacer nada”.
Señores del Gobierno, hay que darle dientes a los que hacen bien su trabajo. Ojalá le otorguen más competencias a la SIC.