Más allá de los Rankings: Reflexión sobre la Humildad en la profesión de Abogado
19 de noviembre de 2024Contenido
En estos últimos meses, al abrir LinkedIn, me encuentro inundado de buenas noticias: colegas anunciando su inclusión o la de sus firmas en múltiples rankings legales. Es un motivo de celebración, sin duda. Sin embargo, siempre me viene a la mente una frase que escuché de un abogado muy conocido y a quien admiro profundamente: “Primero se acaba el mundo antes que el ego de los abogados”.
No me malinterpreten; no critico de ninguna manera aparecer en los rankings. De hecho, tengo el privilegio de figurar en ellos gracias a los clientes y al equipo de trabajo que me rodea. Pero creo que es necesario hacer una pausa y reflexionar sobre el verdadero valor que les otorgamos.
Me pregunto si lo mismo sucede en otras profesiones como la ingeniería o la medicina. ¿Existe un ranking global donde los médicos compitan por ser el número uno en cardiología o neurocirugía? ¿Hay listas donde los ingenieros son reconocidos públicamente por sus habilidades en inteligencia artificial o en energías renovables? Sería interesante visitar el “Chambers” de la medicina para descubrir quién es el “rising star” en trasplantes de médula ósea, terapias genéticas o tratamientos innovadores contra el cáncer. Quizás en esas profesiones, el reconocimiento proviene más del impacto directo en la vida de las personas que de una clasificación anual.
Tuve la oportunidad de ser gerente legal de una multinacional y debo reconocer que, efectivamente, los rankings son un criterio que se tiene en cuenta en los procesos de selección de abogados. Son una referencia, una señal de calidad y experiencia.
Sin embargo, este es solo uno de los múltiples factores que las empresas consideran. A menudo, el nivel de relación o empatía con una firma específica, especialmente con los socios y abogados con quienes se tendrá un contacto directo, pesa más que cualquier reconocimiento externo. La confianza, la comunicación efectiva y el entendimiento profundo de las necesidades del cliente son insustituibles.
Además, no olvidemos que los rankings no miden a todos. Sabemos de abogados expertos y excelentes que no figuran y no les interesa figurar. Esos sí que valen, porque son conocidos por otros medios: por su buen trabajo, por su vida académica, por su dedicación al servicio. Su reconocimiento no depende de una lista, sino del impacto real que tienen en la profesión y en la sociedad.
Por ello, hago un llamado a mis colegas: celebremos nuestros logros, pero hagámoslo con humildad. Recordemos que todos tenemos el poder de decidir dónde y con quién trabajar. Los invito a enfocar nuestra energía en construir relaciones sólidas y en desarrollar nuestras habilidades de manera integral.
Si logramos esto, seremos no solo mejores abogados, sino también mejores colegas y mejores personas. El activo más importante son las personas: nuestros clientes, nuestros equipos y nuestras comunidades. Es ahí donde debemos centrar nuestros esfuerzos.
Quiero destacar especialmente a Holland & Knight, el lugar donde he dado varios pasos importantes en mi carrera, donde he crecido y donde me han visto crecer, irme y regresar. En Holland & Knight, he tenido la oportunidad de desarrollarme en un entorno que valora el crecimiento individual y colectivo. Me han brindado oportunidades para aprender, superar desafíos y me han enseñado a valorar la importancia del buen ambiente laboral y del trabajo en equipo.
Claro, como es natural, que he tenido inconformidades y altibajos, pero si hoy estoy aquí es porque veo en la firma una empresa donde el activo humano resalta y es lo más relevante.
Al final del día, los rankings son un reconocimiento al esfuerzo y al trabajo bien hecho, pero no deben ser el fin último de nuestra profesión. Recordemos que, en el ocaso de nuestras vidas, en la lápida no estarán los rankings. La gente rara vez recuerda quién estuvo o no en esas listas. Nuestro verdadero legado se construye en la manera en que impactamos positivamente en la vida de nuestros clientes, colegas y seres queridos.
Tenemos la libertad de elegir nuestro camino y con quién lo recorremos. Valoremos esta libertad y utilicémosla para elegir y crear entornos de trabajo más humanos y colaborativos. Mantengamos la humildad, cultivemos relaciones significativas y recordemos siempre que nuestra mayor recompensa es la confianza, el respeto y el afecto que ganamos a través de nuestras acciones diarias.