Elecciones presidenciales

Presidenciables: la tecnología no se gobierna con copy-paste

12 de diciembre de 2025
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Mientras se calientan los motores para la carrera presidencial en Colombia, los equipos programáticos enfrentan un desafío inédito: articular una visión de Estado para la era de la inteligencia artificial. La tentación política es evidente y peligrosa: prometer "seguridad" y "modernidad" mediante la adopción rápida de regulaciones estrictas, calcadas del reciente AI Act de la Unión Europea. Sin embargo, para quien aspire a la Casa de Nariño, el mensaje es claro: importar un reglamento de Bruselas no es una estrategia seria de transformación digital; es, a menudo, un esfuerzo de papel.

El problema de fondo no es la falta de estándares, sino la asimetría de realidades. Como advierte la profesora Sandra Milena Ortiz Laverde en su análisis "El efecto Bruselas y la Ley de IA de la UE" (2025), Europa regula desde la comodidad de ser un mercado de consumo rico y estabilizado, exportando sus normas como un estándar global de facto. Pero Colombia no es Alemania ni Francia. Nuestra realidad está marcada por la informalidad empresarial, brechas de conectividad y una necesidad urgente de productividad. Un candidato que proponga copiar literalmente las cargas de cumplimiento europeas terminará asfixiando al startup de Medellín o a la Pyme de Bucaramanga que apenas empieza a digitalizarse. El diagnóstico ya está sobre la mesa y es preocupante. Al analizar cerca de 200 iniciativas en Latinoamérica, Niubox Legal Digital identifica un patrón de mimetismo regulatorio: proyectos que copian estructuras burocráticas complejas y regímenes sancionatorios severos, sin contar con la infraestructura institucional para ejecutarlos.

Señores precandidatos: prometer la creación de una "Superintendencia de IA" suena potente en un discurso de plaza, pero es irresponsable si no se explica de dónde saldrá el talento técnico para operarla o el presupuesto para sostenerla. Crear instituciones de papel que emiten normas inaplicables no protege a los ciudadanos; erosiona la confianza en el Estado.

Una propuesta de gobierno seria en materia digital debe huir del facilismo legislativo y centrarse en la arquitectura habilitante. En lugar de obsesionarse con prohibir tecnologías ex-ante, un plan de gobierno viable debería priorizar tres frentes pragmáticos:

· Infraestructura de datos pública: La IA necesita datos. Un Estado moderno no solo regula; dispone y estandariza sus propios datos.

· Gobernanza adaptativa: En lugar de leyes pétreas, necesitamos fortalecer técnicamente las entidades existentes y darles la capacidad de sancionar daños reales, no riesgos hipotéticos.

· Fomento a la adopción: La brecha que debe preocupar al próximo presidente no es la regulatoria, sino la de productividad. Si nuestras empresas no adoptan IA, perderán competitividad global. La regulación debe ser un carril para la innovación segura, no un muro de contención.

El liderazgo en la era digital no se mide por quién aprueba la ley más estricta o larga, sino por quién logra que la tecnología genere bienestar tangible. Colombia no necesita un presidente que gobierne para Dinamarca con el presupuesto de Cundinamarca. Necesita un estadista que entienda que la soberanía digital se construye desarrollando capacidades propias, negociando nuestra posición frente a los proveedores globales y diseñando reglas de juego que, antes que copiar a Europa, respondan a la urgencia del desarrollo colombiano.