La reducción de la jornada laboral a 44 horas: un paso hacia el trabajo decente y el cambio cultural
24 de julio de 2025Contenido
“Vecino, desde mañana cerramos un poco más temprano”, una frase con la deberíamos acostumbrarnos cada vez más, por cuanto, a partir del 15 de julio de 2025, Colombia da un nuevo paso en la implementación de la Ley 2101 de 2021, reduciendo la jornada laboral ordinaria de 46 a 44 horas semanales. Esta transformación no solo representa un ajuste normativo, sino una oportunidad para repensar el modelo de trabajo, el consumo y la vida en sociedad.
Como se infiere, esta reducción implica más tiempo libre para el descanso personal y familiar, lo que favorece la salud mental (una de las principales causas de consulta médica), el equilibrio emocional y la calidad de vida de los trabajadores, ya que, desde la iniciativa de esta ley, la cual se consolidó por los efectos negativos de la pandemia, se ha entendido que el bienestar del trabajador no se limita al entorno laboral, sino que se extiende a su entorno social y familiar.
Ahora bien, la consolidación de este derecho cuenta con un efecto dual dentro de las empresas, el primero, un ajuste en su diseño organizacional, por cuanto se debe repensar modelos de producción y jornada de atención de sus negocios, ya que deben ser más productivos en menor tiempo, y el segundo, un posible aumento en horas de trabajo suplementario o el aumento de HeadCount para suplir los turnos o la carga habitual de trabajo, no obstante, si bien hay estudios y experiencias internacionales que denotan que menos horas de trabajo pueden traducirse en mayor productividad, lo cierto es que no pueden medirse todos los sectores económicos con esta regla, ya que hay muchos que les es imposible disminuir sus procesos o atención, a manera de ejemplo: el sector de vigilancia, transporte, manufactura entre otros.
Sin perjuicio de lo anterior, este cambio no solo incumbe a los trabajadores y empleadores, sino también a nosotros como consumidores, ya que muchas empresas han optado por reducir sus horarios de atención e incluso no abrir un día adicional a la semana para ajustarse a esta reducción y evitar costos adicionales en su funcionamiento, por lo cual, debemos ser conscientes que este cambio no solo es legal, sino social y cultural, ya que una reducción generalizada en la jornada laboral también implica horarios comerciales más reducidos, menos disponibilidad inmediata y una adaptación sobre el ritmo propio de la reducción.
Por lo anterior, la invitación es a valorar el tiempo de quienes nos prestan servicios, a entender que detrás de cada mostrador, cada entrega y cada atención, hay una persona que también merece descansar, compartir con su familia, vivir plenamente o hacer sostenible su negocio, por lo cual, sigamos siendo fieles a nuestro restaurante favorito a pesar de que cierre más temprano.