Opinión

Haré que las regalías lleguen al campo y al desarrollo social

16 de septiembre de 2013

José David Name Cardozo

Senador de la República
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Frente a la difícil y explosiva coyuntura nacional, todos los sectores del país tenemos que contribuir con propuestas que hagan viable el desarrollo socioeconómico de la Nación y faciliten una ruta segura hacia el siempre esquivo camino de la paz y reconciliación de los colombianos.

Los últimos 30 días han sido un abierto desafío a nuestra institucionalidad, con hechos de violencia y movilización social que culminaron en muertes, destrozo de bienes públicos y privados, así como numerosas detenciones y un estado de zozobra que atemorizó a más de un ciudadano.
Por fortuna, el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y su Vicepresidente Angelino Garzón reaccionaron con el vigor, la diplomacia, la gestión política y la contundencia necesarias para acallar las protestas sin más derramamiento de sangre y sentar a una misma mesa los diferentes actores, en procura de una solución negociada y pacífica, pensando en el bienestar no solo de unos protagonistas de la producción nacional sino de la población entera.
En esos momentos de aciaga incertidumbre, como lo hago hoy a la hora de redactar estas líneas, ofrecí mi incondicional respaldo al Presidente Santos, a la Fuerza Pública y a las distintas comisiones desplazadas hacia las zonas de conflicto, frente a la imperiosa obligación de hacer valer la ley y el orden.
Había que escuchar sin doblegarse, había que negociar sin entregar al país a los facinerosos oportunistas y había que pactar sin fracasar en el propósito de acordar una nueva agenda que nos lleve a la rectificación de errores que cometieron gobiernos pasados y encontraron su pico máximo en la presente administración.
Por eso desde mi condición de Senador de la República creí prudente explorar alternativas legislativas que nos permitan disponer recursos para atender los problemas del frente agropecuario, en donde se ha estado concentrando la protesta y movilización social de los últimos días. A esa inconformidad se sumó la de los transportadores y la de los educadores. Para todos ha habido una respuesta y una solución.
En medio de la agitación nacional propuse la adopción de un mecanismo de ley, que redireccione la utilización de recursos del sistema general de regalías para disponer un 20 por ciento de la totalidad de los dineros por este concepto hacia el financiamiento de la actividad agropecuaria y el abaratamiento del precio de la gasolina.
Si contamos con un presupuesto de regalías de 14 billones de pesos, bien podríamos tomar 2.8 billones para garantizar que una parte de esa mermelada llegue a la torta agropecuaria e irrigue los efectos positivos que se sugieren para nuestros campesinos y campesinas, tanto en términos productivos como en bienestar social. Además de contribuir a reducir en por lo menos mil pesos el precio del valor del galón de gasolina.
Durante su intervención el jueves en el arranque del Pacto Nacional Agropecuario, el Jefe de Estado afirmó que “el Gobierno ve con buenos ojos y está dispuesto a apoyar iniciativas legales que sirvan para priorizar la inversión en el campo dentro del Sistema Nacional de Regalías, lo que garantizaría una fuente de financiamiento a más largo plazo”.
“Hay que ser claros: estos recursos, de aprobarse dicha priorización, deben ir exclusivamente a desarrollar nuestro campo en sus componentes agrícola, pecuario o pesquero o a mejorar la calidad de vida de nuestros campesinos. A nada más”, sostuvo el Presidente de la República.
Me complace el apoyo presidencial a nuestra propuesta y en este contexto debo confirmar que estamos trabajando en el respectivo proyecto de ley para que el honorable Congreso de la República asuma el estudio pronto y cuidadoso de una alternativa concreta de recursos, porque mi objetivo es que las regalías también puedan ser un instrumento de desarrollo agropecuario y de ampliación de los beneficios sociales.