Producción nacional vs. insumos importados: el dilema que el Decreto 1184 no resuelve
26 de noviembre de 2025Contenido
El Decreto 1184 de 2025, elimina aranceles para 37 subpartidas de insumos del sector textil y de calzado, convirtiéndose en un alivio inmediato para una industria que lleva años compitiendo contra importaciones masivas. La medida reduce costos y mejora el flujo de caja de las empresas, pero asumir que este ajuste arancelario es suficiente para transformar la cadena productiva implica ignorar los problemas estructurales del sector.
La industria textil colombiana enfrenta brechas profundas: maquinaria obsoleta, baja inversión en innovación, escasa adopción tecnológica, informalidad laboral, creciente escases de mano de obra, y oferta limitada de financiamiento especializado. Sin resolver estos puntos, cualquier reducción arancelaria corre el riesgo de ser un beneficio temporal que fortalezca el ensamblaje, pero no la verdadera producción nacional.
También existe un efecto colateral que no debe subestimarse: la posible debilidad de los productores locales de insumos. Cuando lo importado es más barato y no existe una política industrial que impulse a los fabricantes nacionales, la balanza se inclina naturalmente hacia el exterior. Esto afecta empleo, erosiona encadenamientos productivos y debilita las regiones que aún dependen de la industria textil y de calzado como fuente de ingresos estables.
La experiencia internacional confirma que los países que lograron competir en este sector no se quedaron en medidas arancelarias. Turquía, por ejemplo, pasó de ser un importador neto de materias primas a un productor sofisticado combinando inversión en maquinaria, parques industriales especializados, incentivos al diseño, transferencia tecnológica y una estrecha coordinación público-privada. El fortalecimiento de su cadena textil no se logró solamente bajando aranceles, sino creando capacidades productivas internas.
Colombia necesita una estrategia equivalente: modernización tecnológica, créditos dirigidos, incentivos a la innovación, certificaciones de calidad y apoyo decidido al diseño colombiano. El sector privado también debe asumir un rol más activo; competir únicamente por precio es insostenible. El camino debería ser el valor agregado: menos maquilas y más distintividad local, marcas fuertes y propuestas de diseño propias. Aunque algunas empresas nacionales ya empezaron este proceso, siguen siendo una minoría dentro de un sector que, en su conjunto, aún depende demasiado de insumos externos y de modelos de producción de bajo margen.
Reducir aranceles es una decisión importante, pero no sustituye la tarea más compleja: construir industria. Esa conversación sigue pendiente.