Opinión

¿El ingreso a la Ocde marcará el futuro de las fronteras?

29 de enero de 2014
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El proceso de cambios y de reestructuración a nivel mundial a partir de la llegada del siglo XXI, ha impuesto a los países en vía de desarrollo una serie de desafíos sociales, económicos y políticos, que en el caso de Colombia se traducen en una invitación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde).

De darse de este paso, el país ingresará al mundo desarrollado y será un sello de calidad y de competitividad, con una repercusión inmediata en los cuatro puntos cardinales del territorio nacional, en particular de las fronteras como el caso de Nariño, la Guajira, Chocó, Norte de Santander, el Putumayo y el Amazonas, cuyos habitantes demanda hoy, a la luz de la Constitución, el mejoramiento progresivo de su calidad de vida y una mayor presencia estatal, desde un enfoque social.

Como Senador de la República por el Partido de la U y en mi calidad de presidente de la Comisión Accidental para la infraestructura de Nariño, aplaudo este logro de la política exterior del Gobierno del presidente Juan Manuel Santos e invito al sector privado, la academia, a los partidos políticos, a las mesas directivas del Congreso y a los ciudadanos y ciudadanas; acompañar este hecho histórico, que nos beneficiará a todos.

El ingreso a la Ocde incrementará la confianza inversionista. Contribuirá a la generación de empleo. Sin embargo, esta oportunidad de orden económico, trae consigo múltiples retos para cumplir con la hoja de ruta, en el camino que le permitirá a Colombia, ingresar al organismo multilateral.

Con esta buena noticia, llegó la hora en Colombia, de fortalecer la política de Estado a las zonas fronterizas. El país tiene límites con 11 Estados en áreas continentales y oceánicas. Esta complejidad la hace especialmente vulnerable o altamente privilegiada en el marco de la cooperación, integración y desarrollo, para responder con éxito a la invitación de la Ocde.

Los problemas de las zonas fronterizas no pueden ser solo de resorte de la Cancillería, sino de un amplio debate nacional, académico y el acompañamiento del sector privado, con el propósito de dar un paso gigantesco, -como Nación- de ingresar al selecto grupo de países desarrollados.