Bogotá, una apuesta por una ciudad sostenible
07 de junio de 2022Contenido
Más allá de discutir lo bueno y lo malo del Decreto 555 de 2021, POT de Bogotá, lo cierto es que dicho plan de ordenamiento le ha dado vida a la frase “pensar global, actuar local”.
Prueba de ello, es que el artículo 117 del POT, ordena la reglamentación de la política de Ecourbanismo y Construcción Sostenible definida en los Decretos 566 de 2014, 613 de 2015, y en la Resolución 1319 de 2015, a través de un decreto intersectorial con participación de las secretarías de Ambiente, Hábitat y Planeación, en el marco del cual se definirán ocho disposiciones como el reverdecimiento urbano, el confort en las edificaciones, medidas que mejoren la eficiencia del uso del agua y energía, manejo de residuos, materiales, así como incentivos y medidas de seguimiento y control.
Dicha reglamentación se encuentra en una fase de diagnóstico, y desde allí se hizo un llamado a los actores públicos y privados a participar en un proceso de diálogo, con el fin de concertar medidas que no impliquen una delimitación al desarrollo, sino que logren el objetivo de transformación hacia una ciudad sostenible y respetuosa del medio ambiente, que además sea resilente a los fenómenos asociados al cambio climático.
Si bien la construcción es imprescindible para el desarrollo de la sociedad, representando aproximadamente el 60% del PIB mundial, también es cierto que es una de las principales causas de contaminación y transformación del entorno, dejando una huella ecológica importante sobre el planeta.
Según el BID, durante los próximos 40 años se van a construir en el mundo alrededor de 230 mil millones de metros cuadrados de nuevas infraestructuras, las cuales consumen alrededor del 36% de la energía global, generan el 40% de desperdicios y el 20% de consumo de agua potable. Y si se tiene en cuenta que en proporción las ciudades ocupan el 3% de la tierra, éstas originan el 75% de las emisiones de CO2 a nivel global.
Por esta razón, los países han optado por desarrollar construcciones sostenibles en aras de restaurar y mantener una armonía entre los ambientes naturales y artificiales, fomentando la creación de asentamientos dignos y generando impactos positivos en el bienestar de las personas, además de contribuir a la mitigación del cambio climático.
En ese sentido, Colombia no ha sido ajena a esta transformación, y en cumplimiento de los compromisos adquiridos frente al Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, ha expedido un marco normativo que reconoce los beneficios de promover la construcción sostenible, pues aunque es innegable que se requiere una mayor inversión inicial para lograrlo, estas medidas, según el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible, CCCS, podrían llegar a representar un ahorro significativo en servicios públicos del 70% para energía, y del 90% para agua, así como un ahorro de costos operativos de un 16,9%.
Hoy Bogotá apuesta por una ciudad más sostenible, y aunque los retos y desafíos que ello implica no son un camino fácil, es importante que los actores se involucren implementando acciones de planificación que minimicen los impactos negativos implícitos en el desarrollo urbano