Opinión

Entre lo permanente y lo transicional

06 de marzo de 2016

Paula Vejarano

Dir. de litigios en Dentons Cárdenas & Cárdenas
Canal de noticias de Asuntos Legales

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Durante varios meses, los plenipotenciarios tanto de las Farc como del Gobierno contaron con la asesoría y apoyo de expertos para buscar la solución que realmente sí garantice la paz y la justicia. La tarea la asumieron los exmagistrados de la Corte Constitucional Juan Carlos Henao, Manuel José Cepeda y Douglas Cassel (experto Derechos Humanos) por parte del Gobierno y, por parte de las Farc Enrique Santiago, Diego Martínez y Álvaro Leyva. No es un asunto menor establecer un modelo que permita conciliar la posición de las Farc en cuanto a no querer ser juzgados por la justicia ordinaria sin ignorar las legítimas expectativas de las víctimas del conflicto a que los delitos cometidos no queden en la impunidad, se garantice la verdad y la reparación; y es natural que sea una de las mayores preocupaciones y trabas que ha tenido este proceso de Paz.

Sin embargo, no deja de ser inquietante cuánto preocupa a la opinión pública e inunda los titulares el devenir de la justicia transicional. Sí, no es un asunto menor, es francamente fundamental y necesario para llegar al fin de la desmovilización del grupo guerrillero más antiguo del mundo, pero ¿y la justicia permanente (en oposición a la transicional)? 

Aún no se ha decidido nada sobre la Justicia Transicional, solo conocemos unos cuantos aspectos que finalmente no son nada concreto. Sabemos que habrá un tribunal especial, que seguramente se impondrán sanciones y penas alternativas, pero de fondo no mucho más. Y está bien no saberlo porque, al final, todo eso será sujeto a definiciones concretas por la vía de actos legislativos y leyes especiales que habrán de promulgarse en su momento, ojalá con más aciertos que desaciertos. Pero todas estas preocupaciones  por un modelo de justicia que funcionará por un periodo de tiempo específico y para unos sujetos puntuales, que obedecen a un fin superior que es la Paz, ¿son suficientemente relevantes para que desconozcamos y nos hagamos los ciegos ante el funcionamiento de nuestra justicia permanente? 

Dicen: “Los buenos somos más”. Bajo esta premisa, somos más los que necesitamos que la justicia ordinaria (la permanente) funcione y bien, somos más los que necesitamos que también haya justicia para nuestros conflictos no armados. Hoy se cumplen poco menos de dos meses de paro judicial en los asuntos civiles y de familia; poco menos de dos meses en que miles de ciudadanos esperan que haya justicia en asuntos tan sensibles como la fijación de alimentos en favor de niños, disoluciones y liquidaciones de sociedades conyugales, ejecución de deudas civiles, resoluciones de contratos, restituciones de inmuebles arrendados, reclamaciones por despidos injustificados,  en fin… y al parecer eso no nos importa. Sí, es muy importante entender cómo va a funcionar la Justicia Transicional que concluya el conflicto que durante más de cuarenta años ha soportado el país, pero no por eso debemos olvidar que la paz y la justicia no sólo dependen de los resultados que se den de las negociaciones en La Habana. La Paz y la Justicia la necesitamos todos, y no podemos dejar de ver que la justicia permanente, a la que cualquier ciudadano puede acudir en lo corrido del año no ha funcionado. ¿Eso es Paz y Justicia?