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Los abogados somos parte del engranaje en la gestión del patrimonio familiar. Sí, parte del engranaje, y no el engranaje en sí mismo.
La gestión del patrimonio familiar supone ponerse de acuerdo en la interrelación que hay entre la propiedad (los que son dueños de los bienes), la empresa (los que trabajan, prestan servicios o tienen algún tipo de vínculo con una unidad productiva familiar) y la familia misma.
¿Somos los abogados expertos en relaciones humanas?
Claro, cuando son jurídicas. Pero, y si son “relacionales” ¿quién debe prestar el apoyo? Sin duda, alguien con formación y experiencia en eso, lo que es apenas obvio que será la psicología la llamada a cubrir ese vacío de los abogados. Es que no puede olvidarse que, en mucho, este tipo de acompañamiento supone que alguien está cediendo poder, y esos “vacíos de poder” también generan tensiones.
Es decir: la gestión del patrimonio familiar, como involucra esas tres esferas que suelen ser tensas muchas veces (propiedad-familia-empresa), requiere de herramientas y facilidades que hagan que el diálogo, así sean conversaciones difíciles, puedan llevarse a cabo. Esto respecto a las relaciones.
Ahora, hay otro elemento que suele ser complejo y es el de la “sucesión ejecutiva”, entendida como la búsqueda de la persona que estará al frente de los negocios familiares cuando el fundador o la fundadora del patrimonio falte. ¿Tenemos los abogados herramientas para acompañar a las familias y empresas en esta labor? Seguramente tenemos historias para contar, pero nos falta mucha técnica y conocimiento en el funcionamiento de las organizaciones.
Hay una cantidad de herramientas que hasta las mismas personas que trabajan en “talento humano” ni conocen. De hecho, recientemente pude conocer cómo se puede usar la Organizational Network Analisis (“ONA”) para identificar en las empresas a las personas claves o expertos ocultos. Para mí eso, por ejemplo, fue “magia”.
Adicional a lo anterior, tenemos otro jugador clave en la gestión del patrimonio familiar: el asesor financiero. Las familias que tienen excedentes requieren apoyo en encontrar el mejor lugar para que el dinero no pierda valor en el tiempo y que, preferiblemente, puedan tener rendimientos. Aquí los abogados podemos ser útiles para encontrar mecanismos eficientes tributariamente, pero nos falta mucha lectura y conocimiento para poder ser asesores financieros.
Y, por último, el más importante de todos: el equipo contable. Siempre he dicho que las personas y empresas tienen que pagar el mejor contador disponible y, con lo que quede, contratar al mejor abogado que puedan contratar (y no es lo mismo).
Muchos de los grandes problemas, dificultades, sanciones y riesgos provienen de asuntos contables quienes, además, terminan haciendo mucho más de deberían: los contadores terminan siendo asesores jurídicos, asesores tributarios, contadores, y, peor aún, todos esos roles hasta los ejerce el revisor fiscal quien, por demás, no está llamado a ello.
Los abogados podemos aportar mucho en la gestión del patrimonio familiar. Ofrecemos herramientas jurídicas y prácticas para resguardar el patrimonio, ofrecemos consejos y orientación tributaria, podemos armar acuerdos y estatutos que den vía libre a una sucesión ejecutiva o patrimonial óptima, y muchas cosas más. Ahora, insisto: somos parte del engranaje y no el engranaje en sí mismo.