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Durante las últimas semanas, los ojos del mundo se han posado sobre París. El Paris Fashion Week se ha consolidado como un epicentro de atención no solo para diseñadores, modelos y medios, sino también para la propiedad intelectual, que emerge como protagonista silenciosa pero esencial en la construcción de valor y en la protección a largo plazo de este espectáculo y su propósito.
Cada pasarela representa más que moda: es el resultado de procesos creativos, donde diseñadores, casas de moda y equipos técnicos convergen para proyectar una narrativa de marca. A través de nuevas líneas de producto, se busca posicionar las marcas en la mente del consumidor, fomentar su recordación y consolidar una identidad. Así, los Fashion Weeks han evolucionado en plataformas estratégicas de posicionamiento y diferenciación frente a los competidores.
El Paris Fashion Week confirmó que estos eventos son el escenario donde las marcas revelan su propósito, sus productos y su visión de futuro. Ejemplos como el de Stella McCartney, quien presentó una colección basada en sostenibilidad, o el debut de Matthieu Blazy con “The Universe of Chanel”, una narrativa que integró culturas, géneros y estilos, demuestran cómo el espectáculo puede definir cómo el público se refiere a una marca, qué productos asocia con ella y qué valores percibe.
Por ello, es fundamental asegurar una protección adecuada de las marcas, tanto tradicionales como no tradicionales, antes y después del evento.
¿Por qué?
Primero, porque la marca, como activo intangible, encuentra en estos eventos una oportunidad para aumentar su valor. La visibilidad, el reconocimiento y la conexión emocional que se genera con el público influyen directamente en sus ingresos y, por lo tanto, en su valoración económica.
Segundo, porque esa recordación es clave en procedimientos de notoriedad, donde se evalúa si una marca es reconocida ampliamente por el público. Esto puede ser determinante en procesos de defensa frente a cancelaciones u oposiciones contra marcas similares, incluso en clases distintas, donde romper el principio de especialidad puede ser determinante para obtener decisiones favorables.
Tercero, porque una protección adecuada permite enfrentar uno de los principales desafíos posteriores al espectáculo: el enforcement inmediato frente a falsificaciones. Una marca que ha alcanzado altos niveles de recordación y conexión emocional con el consumidor se convierte en un blanco atractivo para que sus productos sean falsificados. Por ello, resulta fundamental contar con una protección marcaria robusta —ya sea tridimensional, mixta o nominativa— que amplíe el espectro de defensa, abarcando desde la forma tridimensional del producto hasta las expresiones utilizadas para identificarlo. Esta amplitud en la protección permite reaccionar con mayor eficacia frente a imitaciones, resguardar el prestigio de la marca y preservar el valor intangible alcanzado durante el evento.
Los Fashion Weeks son más que moda: son herramientas estratégicas para construir, proteger y valorizar marcas. En ese proceso, la propiedad intelectual actúa como aliada al convertir la creatividad en activos intangibles estratégicos, fortaleciendo la posición competitiva de las marcas en el mercado global.