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Hace un par de años los mundos virtuales o ‘metaversos’ no eran más que atractivos productos de la literatura y el cine. Sin embargo, hoy en día, estos espacios ya no son lugares ficticios, sino que se han materializado a través de la evolución tecnológica masiva, y de diferentes situaciones socioeconómicas que fomentan su desarrollo e implementación. En ese sentido, las nuevas tecnologías despliegan una vida virtual, que genera una interacción inmersiva dentro de ‘realidades’ virtuales que conceden a los usuarios una identidad digital, experiencias sociales y hasta propiedad sobre activos dentro de un mercado digital.
¿Cuál es la importancia de la Privacidad dentro de los mundos digitales?
A grandes rasgos, la privacidad es vital en el mundo digital por el número y la clase de datos recolectados a partir de la interacción que cada usuario tiene con las plataformas digitales. recolectados con gran precisión y detalle. Al utilizar interfaces neuronales, es decir dispositivos diseñados para el intercambio de información con el sistema nervioso de los individuos, como las gafas VR, se recolecta una enorme cantidad de datos biométricos, como variaciones del iris y cambios corporales en los usuarios, de los que a su vez se puede analizar y extraer la respuesta emocional de estos frente a diferentes estímulos.
Así mismo, el estudio de las interacciones entre usuarios dentro de los metaversos permite recolectar datos a partir de conductas no verbales, lo habilita el análisis biomecánico de los individuos. Todo lo anterior permite la identificación y perfilación de un individuo a un nivel muy exacto y detallado.
¿Existen riesgos frente a este tipo de tratamiento de datos? ¿Cómo mitigarlos?
Las tecnologías que conforman el entorno de los mundos digitales, como los dispositivos de inteligencia artificial, las interfaces neuronales y las redes sociales, tienen sus propios tipos de riesgos relacionados con privacidad. Estos pueden estar asociados a la huella digital, lo cual es el rastro de datos que los usuarios dejan al usar internet, la aplicación de leyes dentro de un espacio digital descentralizado y la protección de la intimidad, entre otros.
Para mitigar estos riesgos se pueden plantear diferentes estrategias. Primero, se puede implementar formatos de autorización que permitan a los usuarios aceptar solo algunos o todos los tratamientos que se planteen sobre sus datos y herramientas que garanticen el tratamiento de los datos recolectados se limite a aquellos expresamente autorizados. Así se evita la recolección y tratamiento de datos a gran escala sin control por parte de los usuarios.
Adicionalmente, y respecto al reto que representa la aplicación de la regulación del mundo real a los espacios digitales, se deben implementar estándares y garantías mínimas de privacidad, que incluyan mecanismos de gobernanza y normas de transparencia relacionadas los datos dentro de este espacio. Finalmente, y debido a la constante evolución tecnológica que estamos viviendo, en un futuro no tan lejano podría ser útil tener en cuenta preceptos relacionados a los neuroderechos, que corresponden a un nuevo marco jurídico dirigido a proteger al cerebro y a la privacidad mental frente a la evolución tecnológica.