Opinión

El compromiso con el agua

21 de enero de 2014
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El tiempo pasa y los recursos naturales son cada vez más escasos, producto del deterioro sistemático e inclemente derivado de la acción irresponsable de la población, que no alcanza a medir el daño que se causa ni las consecuencias catastróficas hacia el futuro: Incremento de la pobreza, desmejoramiento de la calidad de vida, freno al desarrollo y perturbación de la paz. 

Para cuidar el agua, como recurso vital, se requiere ante todo un elemento cultural que genere conciencia sobre su importancia y sobre la necesidad de asegurarles a los futuros habitantes el aprovisionamiento del líquido. 

Un ejemplo para el mundo lo han dado los habitantes de la ciudad de Valencia en España, que crearon en el año 960 el denominado Tribunal de las Aguas, que se reúne desde entonces todos los jueves al medio día en la puerta de la Catedral de la ciudad, y delibera para oír a todos los interesados de la comunidad sobre los problemas que se suscitan alrededor del cuidado de las fuentes. 

Fueron los romanos los que en su imperio insistieron en la necesidad de construir acueductos y de vigilar el uso de las aguas. Ese tribunal está conformado por ocho personas que representan a cada una de las provincias que conforman el territorio de la ciudad y sus decisiones deben ser acatadas por todos. 

La Institución goza del más amplio respeto ciudadano y se considera que es el tribunal más antiguo de Europa, declarado además por las Naciones Unidas como Patrimonio de la Humanidad. 

Quienes hemos tenido la oportunidad de contemplar su funcionamiento, quedamos aterrados del respeto con que se le mira por parte de todos los ciudadanos y del orgullo con que la comunidad de Valencia vigila y acata su funcionamiento y sus decisiones. 

En un medio como el nuestro, que ha sido privilegiado por la naturaleza por la diversidad de fuentes de agua, las gentes se han acostumbrado a crecer en medio de la abundancia, y el cuidado de los ríos, quebradas y lagunas parece ser un asunto sin ninguna importancia, pero el paso de los años ya nos está haciendo graves señalamientos y muchas regiones de Colombia sienten que el precioso líquido ha comenzado a escasear, cuando las corrientes han sido convertidas en verdaderas alcantarillas y sus causes se han deforestado, provocando su sedimentación y la merma notoria de sus caudales. 

Deberíamos pensar en copiar instituciones como la de Valencia y comenzar a desarrollar las cátedras sobre el agua, para que cada quien sea conciente del papel que le corresponde desarrollar frente a las fuentes de vida; para hoy, y para las futuras generaciones.